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mérito, señorita. Ya me gustaría a mi verme en una situación semejante.
El rostro de Rusty se contrajo en una mueca de desagrado.
«Santo cielo, allá vamos», pensó para sus adentros.
Lucy se limitó a parpadear atónita ante la parrafada de R.J., que según parecía
había debido creer que ella era una especie de viuda negra, una mujer egoísta que
había llegado al rancho pensando tan sólo en enriquecerse más.
R.J. la miraba en silencio.
Era evidente la necesidad de responder algo, pero a Lucy no se le ocurría nada.
Una pregunta inquietante acababa de encendérsele en la cabeza como si fuera un
anuncio de neón: ¿cuánta influencia tendría R.J. sobre Rusty?
 ¿Ésta es la hija de Tom?  preguntó R.J. mientras estudiaba a Grillita.
Rusty suspiró mirando al techo, como solía hacer siempre que se esforzaba por
ser paciente.
 Sí, lo es. Se llama Grillita.
 ¿Grillita?  explotó R.J . ¿Qué clase de nombre es ése?
 Es mejor que Baby a secas  murmuró Lucy acariciando la espalda de la niña
que, se enganchó al cuello de Lucy, pero sin dejar de centrar la atención sobre el
ruidoso intruso.
 Por lo menos tiene el mismo color rojizo de pelo que Tom  admitió R.J. .
Déjame verla  y antes de que Lucy reaccionara, R.J. tomó a la niña de sus brazos y
la elevó por encima de su canosa cabeza diciendo : una buena chiquilla. ¿Vas a ser
buena vaquera para tener orgulloso a tu tío R.J.?
Lucy miró rápidamente a Rusty, que se encogió de hombros. Curiosamente,
Grillita aceptó sin quejarse el tratamiento aunque Lucy esperaba que se hubiera
puesto a llorar asustada. Luego aquel hombre tan grande devolvió la niña a Lucy y le
dijo a Rusty:
 Me gustaría tomar un café mientras hablamos.
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 Yo iré por él  se ofreció Lucy . Me parece que esa conversación me debería
incluir también.
Como R.J. no dijo nada, Lucy se apresuró hacia la cocina. Una vez allí, dejó a
Grillita en el suelo. Fritzy no aparecía por ninguna parte, y Lucy recordó haberla
oído mencionar algo de unas clases de ganchillo. Había unos bizcochos a la vista que
habían sobrado del almuerzo. La cafetera estaba llena y Lucy se puso a llenar unas
tazas, luego lo puso todo sobre una bandeja y se apresuró con ella a la sala donde
estaban los hombres, ansiosa por no perder parte de su conversación.
Era evidente que no le gustaba a R.J., ni ella, ni lo que había hecho. A cambio,
Lucy le encontraba maleducado y prepotente. Confiaba en que Rusty no concediese
gran peso a la opinión de su tío, del que Lucy sólo esperaba que se marchara cuanto
antes.
Las voces llegaron desde la sala de estar como flechas envenenadas:
 ¿Por qué no me pediste a mí el dinero?  preguntaba R.J.
 Hacía años que no te veía  replicaba Rusty . ¿Qué habrías pensado si
hubiese ido corriendo a pedirte dinero?
Por lo visto no podían esperarla para empezar la conferencia.
 Bueno, maldita sea, muchacho, estamos en familia. Tu padre y yo tuvimos
una buena bronca años atrás, cuando decidí marcharme a Dallas y empezar mis
negocios, pero eso no quiere decir que no te fuese a ayudar si tenías problemas. Sobre
todo ahora que tus hermanos no están.
Lucy esperaba que Rusty dijese que habían sido sus hermanos quienes
manejaban las finanzas, y no él, pero ante el silencio de Rusty, ella no pudo menos
que enorgullecerse de que no le echara la culpa a nadie y aceptase sus obligaciones a
todos los efectos. No eludía los problemas, sino que por el contrario los enfrentaba.
Lucy se dijo a sí misma que tenía que estar presente y defender sus propios
intereses, por lo que apremió a Grillita para que la siguiera y, con la bandeja de café
entre las manos, se presentó en el salón. R.J. estaba contemplando una fotografía
familiar que sostenía en la mano. En ella estaba el padre de Rusty, sus dos hermanos
y él apoyados en la cerca del picadero. El padre sonreía orgulloso a la cámara.
 Aquí está el café  anunció Lucy con dignidad.
R.J. tomó su taza y dio las gracias. Después Lucy se dirigió con la bandeja hacia
el lugar cercano que ocupaba Rusty. Con agrado comprobó que llevaba puesta la
camisa que ella le regalase por navidades. Sabía que no tenía sentido, pero consideró
aquello como un signo de buen augurio. Le llenó la taza hasta los bordes y se la
tendió como una ofrenda.
Lucy buscaba la mirada de Rusty porque necesitaba sentirse apoyada. No
conseguía dejar de parecer preocupada. Una simple y reconfortante sonrisa de Rusty,
o un gesto de ánimo con la cabeza hubieran obrado milagros en el sistema nervioso
de Lucy.
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Sin embargo ninguna señal que pudiera animarla llegaba procedente de Rusty.
Su rostro permanecía impenetrable y reservado, Lucy solamente encontraba frialdad
allí donde normalmente podía hallar calidez.
No pudo soportar por más tiempo la indiferencia que Rusty parecía manifestar
y le dio un suave empujón con el hombro, gritando en su interior:
«No. No permitas que ocurra nada que haga que las cosas cambien».
R.J. se dirigió bruscamente hacia un sillón que le pareció cómodo y deslizó su
enorme cuerpo sobre los cojines.
 Así está mejor  dijo suspirando . Estos viejos huesos se están resintiendo
últimamente. Mi piloto me ha llevado a Reno esta mañana y la verdad es que estar
sentado tanto tiempo en un lugar tan apretado como la cabina de la avioneta no me
ha hecho mucho bien. Me alegro de haber venido.
Y tomando un sorbo de café echó una reflexiva mirada a su sobrino antes de
decirle:
 Siéntate, muchacho.
Rusty negó con la cabeza y Lucy por su parte se puso a colocar las cosas en la
bandeja del café, sintiéndose tan incómoda como ignorada por los dos hombres.
Se sentía ligeramente mareada como si fuese a bordo de un barco que navegara
dando bandazos. R.J. cruzó las piernas antes de volver a tomar las riendas de la
conversación.
 Rusty, por lo que me has dicho referente a los términos del acuerdo con la
mujer  y aquí Lucy fue consciente de que se estaba refiriendo a ella , todavía no es
demasiado tarde para volver a poner las cosas en su sitio. No voy a permitir que el
rancho que mi bisabuelo creó deje de pertenecer a la familia. Te prestaré el dinero
que necesitas.
Lucy frunció el ceño. Una tempestad de viento frío le helaba la espalda como
viento ártico. Miró a Rusty sin pestañear, pero no pudo leer sus pensamientos.
 Te anticiparé la cantidad necesaria  continuó R.J. dando las cosas por
sentado  y así el Lazy S. Ranch volverá a su dueño legítimo  luego concentró en
Lucy su atención . Lo lamento, señorita Donovan. Ha hecho usted lo que ha
podido, pero los negocios son los negocios, usted se hará cargo.
Lucy dio un paso atrás y tropezó con un servicio de té. Sin volverse, sujetó a
tientas al borde con los dedos crispados de una mano, mientras que con la otra
sostenía todavía la bandeja de café. Un poco de café se derramó en la alfombra.
Lucy se quedó mirando crecer la mancha.
 R.J.  se apresuró a decir Rusty , me parece que es mejor que hablemos de
esto en mi despacho  y comenzó a caminar hacia la habitación contigua.
«Y no delante de Lucy», completó ella en silencio la frase que Rusty acababa de
dirigir a su tío.
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Lucy sintió que su mundo se hundía y notó que el barco zarandeado en el que
navegaba no era más que una barquichuela de escaso calado maltratada por el oleaje.
Con el inminente naufragio a la vista, Lucy sintió que le costaba respirar.
Todavía en el sillón, la persona que encarnaba la peor pesadilla de Lucy fijó su
interés en Grillita para decir a continuación:
 La niña se vendrá conmigo, Rus. Tú no tienes aquí un hogar adecuado para
ella y en cambio mi hija y su esposo la recibirán con los brazos abiertos.
En el otro extremo de la habitación, Rusty se puso rígido. [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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